sábado, 6 de diciembre de 2014

Camino a Rishikesh

Jueves 17 de abril: después de nueve días en Varanasi decidimos poner rumbo a Rishikesh. En el camino hacemos un alto en la ciudad sagrada de Haridwar, a orillas del Ganges. A la caída del sol, comienzan las pujas y oraciones. Una multitud se congrega a orillas del río para realizar sus ofrendas.
Pasamos la noche en una de las clases de la escuela de inglés de Rohit, juntando los bancos donde se sientan los alumnos, a modo de cama. Nos acompañan esa noche dos ratas, de un tamaño considerable, que se han colado por la ventana. Como han cerrado la puerta de la escuela no hay manera de echarlas, así que no tenemos más remedio que dejar que campen a sus anchas.
Al día siguiente proseguimos el viaje.
Rishikesh es un pueblo en las montañas de Uttarakhand, por donde también discurre el Ganges.
Es un lugar popular como centro espiritual, donde hay numerosos ashrams, lugares de meditación y enseñanza de la religión hinduista, donde maestros y alumnos conviven bajo el mismo techo. También abundan iniciativas privadas, con un carácter más comercial, que han creado centros donde imparten clases de yoga y formación para ser profesor en esta disciplina, además de diversas actividades de meditación y terapias alternativas.

Rishikesh
Puente de Lakshman Jhula
Por invitación de Aarti, nos hospedamos en el centro holístico espiritual Rishikesh Sadan, situado en la carretera en dirección a las cataratas de Neer Garth y a unos 15 minutos del centro.
Desde allí visitamos las cataratas de Neer Garth, así como el ashram Parmarth Niketan, donde conozco a un grupo de chicas griegas, que me invitan a una clase de Hatha Yoga.
También conozco a Surej, un hombre de cincuenta y pico años, que después de separarse de su mujer, vendió todo y empezó a viajar. Como lo hace con guitarra y flauta, solemos encontrarnos por las tardes e improvisar algunas canciones en una "playa", a la cual llaman Goa Beach, y en donde nado por primera vez en el Ganges.


Cataratas de Neer Garth


En Rishikesh fue donde los Beatles tuvieron contacto con el mundo espiritual, de la mano del gurú Maharashi Mahesh Yogi. Aquí también hay muchos viajeros y gente que se queda "atrapada" por el ambiente del lugar y su naturaleza. 
Una tarde, vendiendo en un puesto que me han cedido, me encuentro con Damián, un argentino también artesano, con el que estuve tres años atrás, cuando ambos estuvimos una temporada en Atenas.




Vista desde el Ashram abandonado donde permanecieron los Beatles
Sobre el puente Lakshman Jhula






miércoles, 9 de julio de 2014

Varanasi, la ciudad sagrada

Viernes 4 de abril: después de dejar Nepal, lugar al que pienso volver, pues estar quince días en el país no es suficiente para ver todo lo que ofrece, cruzamos de nuevo a India por la frontera de Sonauli. El trámite es rápido, y después de un trayecto de once horas nos plantamos en Gorakpur, ya en India, en donde Vishal nos acoge en su casa. Al día siguiente, por la noche, ponemos rumbo a Varanasi.

Mirada hacia el Ganges
Curiosidades de la India

Tendedero popular
Varanasi, también llamada Benarés, es una de las ciudades sagradas más importante para los hinduistas, y se extiende a lo largo del río Ganges. Aquí es donde se hacen las famosas cremaciones a los muertos, en los gaths de Manikarnika y Harischandra.
La tradición es la de llevar a los difuntos al Gánga, como se llama al Ganges en sánscrito, y purificarlos metiendo los cuerpos sin vida en el río. Los familiares, quienes previamente se han afeitado el cabello, también se purifican en el río. Después, un miembro de la familia, quien suele ser el hijo mayor o la viuda, prende la pira funeraria con un ramillete de hojas secas, que ha sido encendido con el Fuego Eterno, el cual es custodiado por los Doms, la casta de quienes se encargan de construir las piras funerarias. Las piras varían en función de la calidad de la madera utilizada, siendo la de sándalo la más preciada y cara. Se suelen usar unos trescientos kilos de madera por difunto. Es impactante ver los cuerpos, envueltos en telas, quemarse a la vista de todos. Se respira un aire calmado, pues no hay lloros ni lamentos. Parecer ser que si los familiares llorasen al muerto en la cremación, éste nunca podría dejar el plano terrenal. Tampoco, quien enciende el fuego puede mirar hacia atrás, pues se dice que al hacerlo, el alma del difunto lo perseguirá por el resto de sus días.
Aquí, según la casta a la que pertenezca la familia, se le asigna un lugar u otro dentro del crematorio, siendo la de los Brahmanes, la casta sacerdotal, la que ocupa el lugar más alto, físicamente hablando, en el crematorio. Después de unas cuatro o cinco horas, las cenizas se arrojan al río. Aunque no siempre los cuerpos se queman del todo, y son los perros quienes se encargan de terminar con los restos, como pude comprobar.
Dicen que quien muere en Varanasi, se libera del ciclo de reencarnaciones.

Crematorio de Manikarnika
Fuego Eterno


Madera para construir la piras funerarias

Pasear por el Ganges o navegarlo en barca, al atardecer o al amanecer, es una maravilla. Los rayos del sol colorean los edificios y templos con una paleta de colores ocres muy bonitos. En los gaths, las escalinatas que conducen al río sagrado, hay muchísima vida, familias, grupos de jóvenes, vacas, gente orando, se ven muchos Sadhus, hombres santos que han renunciado a la vida material, a la familia, al trabajo, para dedicarse a la meditación y la contemplación. Algunos llevan esta vida desde muy jóvenes; otros, en la vida adulta, quienes en un momento dado sintieron la llamada de Dios. También hay muchos que utilizan esta apariencia para mendigar y sacar dinero, teniendo muy poco de espirituales.

Gath de Raja




Gath de Dashashwamedh



Amanecer en el Ganges

Meditación matutina

En Varanasi nos reencontramos.con Antonio, un chico andaluz que conocimos en Hampi, dos meses atrás. También con Nabil, un tunecino con quien convivimos en Kathmandú, en casa de Bikram.



Crematorio de Harischandra

Parchando a orillas del Ganges

sábado, 21 de junio de 2014

Nepal

Me encuentro en casa de Bikram, en Manamaiju, en el barrio de Gaurigaun, a las afueras de Katmandú.
En la ciudad, visitamos el complejo de palacios y templos de Basantapur, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De ahí caminamos hasta la gompa de Swayambhunath, uno de los complejos religiosos más importantes para los budistas tibetanos. Saliendo ya de noche de él, nos pilla una tormenta, con fuerte lluvia y viento, que nos hace llegar a casa de Bikram totalmente empapados, ya que después de las 19:00 h. no llega transporte público a su barrio, y nos toca caminar una hora bajo el aguacero.

Calle comercial en Katmandú

Pensé que era un español afincado allí, que tenía una tienda, pero no. Resultó ser el dueño, que es nepalí, quien decidió bautizar así su tienda, ya que además de ser un enamorado de España, tenía un amigo español, que le llamaba Manolo, en vez de Manoj, su verdadero nombre.

Plaza Durbar de Basantapur
Gompa de Swayambhunath
Estupa con los ojos de Buda
Recorremos la vecina ciudad de Bhaktapur, también Patrimonio de la Humanidad.

Templo Nyatapola



Plaza Durbar de Bhaktapur

Plaza Dattatreya




Ersi aprendiendo a hacer ovillos de lana
Cocinando en casa de Bikram con la mama
A los cinco días nos trasladamos a la ciudad de Pokhara, a las faldas del macizo del Annapurna. En ella se encuentra el lago Phewa, desde donde se divisan los picos eternamente nevados del Annapurna, un paisaje admirable. Ahora entiendo por qué le llaman a toda esta zona "el techo del mundo". Desde los ochocientos m.s.n.m donde me encuentro, observar los ocho mil de estas montañas, es un paisaje que impone bastante.

Mi barrio en Pokhara. La foto no hace justicia a las gigantescas montañas.
En Pokhara nos hospedamos en la casa del Swami Prem, un hombre iraní de unos sesenta años, traductor de la mayoría de libros de Osho al farsi y exiliado político. Estuvo viviendo doce años en India, y desde hacía un año en Nepal. Un personaje muy interesante, con una historia de vida muy ajetreada.
Salimos a recorrer la zona y subimos hasta la Pagoda de la Paz. Un proyecto realizado por el monje budista japonés Nichidatsu Fuji quien, después de ver cómo su país era atacado con bombas atómicas por parte de EE.UU., decidió dar un mensaje de paz al mundo a través de estos monumentos. Actualmente existen ochenta Pagodas de la Paz diseminadas por el mundo. El proyecto es construir cien.
Desde ella se tiene una vista estupenda del Lago Phewa.


Pagoda de la Paz

Esta señora nos la encontramos a nuestra vuelta de la Pagoda y acabo invitándonos a tomar té en su casa.



Aprovecho que estoy en este idílico lugar, para hacer por primera vez en mi vida, un salto en parapente. Las vistas sobre los poblados, el lago, con el Annapurna de telón de fondo es impresionante. Un águila vuela junto a nosotros, contemplar a la rapaz a nuestro lado, me da una sensación de libertad tremenda.
Preparado para saltar


Lago Phewa

¡MI MAS SENTIDO PÉSAME A LAS VÍCTIMAS DEL TERREMOTO EN NEPAL!