martes, 21 de enero de 2014

Volamos hacia Moscú

Domingo 15 diciembre: la llegada a Moscú se plantea fría. Los 12° bajo cero que anuncia la auxiliar de a bordo no me significan mucho hasta que nada más salir del tubo de aluminio, una bocanada de aire me corta la cara. Bajo las escaleras y corro por la pista helada hasta llegar al autobús que nos lleva a la terminal.
El aeropuerto moscovita es de 1°nivel, con boutiques de primeras marcas, cadenas de restaurantes internacionales y WiFi gratis. Atrás quedaron los años del telón de acero, en los cuales el país era una resistencia al consumismo capitalista.





Al día siguiente aterrizamos en Nueva Delhi, con una hora de retraso. Al salir del avión y poner el pie en el finger del aeropuerto, percibo un olor a residuos quemados, mezclado con una atmósfera pesada, producto de la niebla y la contaminación; junto a unos cuantos grados de temperatura más que en Rusia.
Nuestra recogida nos espera fuera de la terminal de llegadas. Así que salgo de ésta para ir a buscar al chófer, dejando a Ersi y mi equipaje dentro. iCraso error! Al querer volver a entrar, uno de los policías que custodian la puerta, me la deniega. Trato de contarle mi situación pero no se ablanda, y me dice que si quiero entrar tengo que hacerlo por la puerta de las visitas. ¡Pero si acabo de llegar! Y encima teniendo que pagar por ello. Después de insistir sobre mi incapacidad de contactar con mi amiga que se encuentra dentro, para que salga, uno de los uniformados accede a entrar y avisar a Ersi de que estoy afuera, eso sí, nunca ayudó a Ersi a llevar las 4 mochilas. Welcome to India! le digo al chófer, que había sido testigo de lo sucedido, éste se ríe.