miércoles, 9 de julio de 2014

Varanasi, la ciudad sagrada

Viernes 4 de abril: después de dejar Nepal, lugar al que pienso volver, pues estar quince días en el país no es suficiente para ver todo lo que ofrece, cruzamos de nuevo a India por la frontera de Sonauli. El trámite es rápido, y después de un trayecto de once horas nos plantamos en Gorakpur, ya en India, en donde Vishal nos acoge en su casa. Al día siguiente, por la noche, ponemos rumbo a Varanasi.

Mirada hacia el Ganges
Curiosidades de la India

Tendedero popular
Varanasi, también llamada Benarés, es una de las ciudades sagradas más importante para los hinduistas, y se extiende a lo largo del río Ganges. Aquí es donde se hacen las famosas cremaciones a los muertos, en los gaths de Manikarnika y Harischandra.
La tradición es la de llevar a los difuntos al Gánga, como se llama al Ganges en sánscrito, y purificarlos metiendo los cuerpos sin vida en el río. Los familiares, quienes previamente se han afeitado el cabello, también se purifican en el río. Después, un miembro de la familia, quien suele ser el hijo mayor o la viuda, prende la pira funeraria con un ramillete de hojas secas, que ha sido encendido con el Fuego Eterno, el cual es custodiado por los Doms, la casta de quienes se encargan de construir las piras funerarias. Las piras varían en función de la calidad de la madera utilizada, siendo la de sándalo la más preciada y cara. Se suelen usar unos trescientos kilos de madera por difunto. Es impactante ver los cuerpos, envueltos en telas, quemarse a la vista de todos. Se respira un aire calmado, pues no hay lloros ni lamentos. Parecer ser que si los familiares llorasen al muerto en la cremación, éste nunca podría dejar el plano terrenal. Tampoco, quien enciende el fuego puede mirar hacia atrás, pues se dice que al hacerlo, el alma del difunto lo perseguirá por el resto de sus días.
Aquí, según la casta a la que pertenezca la familia, se le asigna un lugar u otro dentro del crematorio, siendo la de los Brahmanes, la casta sacerdotal, la que ocupa el lugar más alto, físicamente hablando, en el crematorio. Después de unas cuatro o cinco horas, las cenizas se arrojan al río. Aunque no siempre los cuerpos se queman del todo, y son los perros quienes se encargan de terminar con los restos, como pude comprobar.
Dicen que quien muere en Varanasi, se libera del ciclo de reencarnaciones.

Crematorio de Manikarnika
Fuego Eterno


Madera para construir la piras funerarias

Pasear por el Ganges o navegarlo en barca, al atardecer o al amanecer, es una maravilla. Los rayos del sol colorean los edificios y templos con una paleta de colores ocres muy bonitos. En los gaths, las escalinatas que conducen al río sagrado, hay muchísima vida, familias, grupos de jóvenes, vacas, gente orando, se ven muchos Sadhus, hombres santos que han renunciado a la vida material, a la familia, al trabajo, para dedicarse a la meditación y la contemplación. Algunos llevan esta vida desde muy jóvenes; otros, en la vida adulta, quienes en un momento dado sintieron la llamada de Dios. También hay muchos que utilizan esta apariencia para mendigar y sacar dinero, teniendo muy poco de espirituales.

Gath de Raja




Gath de Dashashwamedh



Amanecer en el Ganges

Meditación matutina

En Varanasi nos reencontramos.con Antonio, un chico andaluz que conocimos en Hampi, dos meses atrás. También con Nabil, un tunecino con quien convivimos en Kathmandú, en casa de Bikram.



Crematorio de Harischandra

Parchando a orillas del Ganges