domingo, 9 de marzo de 2014

Fin de año en el desierto

Viernes 10 de enero: después de doce horas de viaje en tren llegamos a Jaisalmer, la ciudad dorada. A la salida de la estación nos espera Pradeep, un chico de couchsurfing, que nos hospedará gratis unos días en su hotel.
Llegando al alojamiento nos encontramos una vaca en el pasillo que da acceso al inmueble. Pradeep y yo, que vamos más adelantados, la sorteamos, pero Ersi, que viene más atrás, trata de esquivarla al ver que la vaca mueve la cabeza, con tan mala suerte que, al ir a apartarse, pisa una bosta de este animal, resbalándose y cayendo sobre su tobillo izquierdo con todo su peso, más el de las dos mochilas que porta. Resultado final, esquince de tobillo. Ersi se pasará los próximos seis días encamada haciendo reposo.
Salgo a conocer la ciudad, su mercado, su Fuerte, el Lago Gadisar, donde encuentro un buen lugar para vender mi artesanía y en donde conozco a Arvind, quien acabará por convertirse en un gran amigo.

Hotel Saraswati Palace
Fin de año 2014

Fuerte de Jaisalmer

Lago Gadisar


Después de cuatro días en el Hotel Saraswati Palace, cortesía de Pradeep, nos mudamos al Hotel Surja Guest House, donde Raj, otro couchsurfing, nos hospeda. Desde el hotel, situado en lo alto del Fuerte, puedo disfrutar de unas vistas maravillosas; se divisa toda la ciudad, más allá, el desierto, en donde se
ubican campos eólicos que suministran energía a Jaisalmer y a otras poblaciones.

Jaisalmer y su Fuerte

Servicio de riego de la ciudad


Centro de Jaisalmer

Las callejuelas del Fuerte



Fantástica vista desde mi cama

Los amaneceres desde el banco de la terraza de la habitación que ocupamos, que se ha convertido en mi cama, son increíbles. Cuando el sol empieza a despuntar por el horizonte, comienza a oírse la llamada del imán, emplazando a los fieles a la oración. A su vez, percibo los cánticos de los templos hinduistas, que junto al paisaje circundante, crean una atmósfera totalmente mística.
A la caída del sol, llama mi atención una bruma que comienza a levantarse, y que resulta ser producto de las chimeneas de las casas en donde se prepara la cena y de las pequeñas hogueras improvisadas alrededor de las cuales se arremolinan hombres, mujeres, niños, perros y vacas para combatir el frío desértico.
Uno de los numerosos puestos de verduras

Los días en Jaisalmer pasan tranquilos, conociendo gente, charlando delante de un chai de religión, política, relaciones de pareja..., trabajando o acompañando a los músicos en el templo.
Visitamos los cenotafios (tumba vacía en honor a una persona) de Bada Bagh y el Patwon ki Haveli (antiguas mansiones de varias plantas hechas de madera y piedra caliza, decoradas con diferentes grabados y figuras geométricas).
Patwon ki Haveli






Bada Bagh


Al volver de Bada Bagh, Rasid, el conductor del autoricksaw, nos invita a tomar chai a su casa, y a que conozcamos a su mujer e hija. Allí, entusiasmado, nos muestra también las fotos de su boda. En una de ellos reconozco a Ali, un chico con el que he estado hablando durante algunas tardes, y que resulta ser vecino y amigo suyo.
Al día siguiente quedamos con Rasid y Salik, otro amigo, para ir a almorzar a casa del segundo. ¡Aquí la hospitalidad está por encima de todo!

De izqda. a dcha. Rasid, Salik, autor, Ersi, hijas y mujer de Salik

Con los músicos del Templo a Krishna

2 comentarios:

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