Jueves 6 de febrero: después de estar unas 3 semanas en Goa, vendiendo en los mercados semanales, conociendo playas, pueblos y gente, llegamos a Hampi, en el estado de Karnataka. Tomamos el tren en Margao, viajando en la categoría más barata, second sitting class, donde me toca ir en el suelo; y en 7 horas llegamos a Hospet. De la estación de tren, tomamos el autobús local que nos lleva a Hampi. En el trayecto aparecen, de repente, dos revisores que nos piden los billetes del transporte. Les decimos que no tenemos, que nadie nos ha venido a cobrar, ni a preguntar el lugar adonde vamos. No nos creen y nos acusan de habernos querido colar. Les digo que eso no es cierto y que no tengo problema en pagar el billete, sacando las 30 rupias que cuestan los dos billetes. Se niegan a aceptar el dinero y nos increpan a que paguemos una multa que cuesta 20 veces más que el billete, a lo que nos negamos. En eso, el chófer para el autobús, y nos amenazan diciendo que nos llevarán a comisaría si no lo hacemos. Ante nuestra negativa, el chófer emprende la marcha. Llegamos a Hampi y bajan al pasaje, dejándonos a Ersi y a mí dentro, junto con el chófer, la cobradora y los dos revisores. Nos llevan a comisaría y le explicamos al policía lo ocurrido. Uno de los supervisores, el más agresivo de todos, nos contradice, y entramos en un bucle de acusaciones cruzadas, nosotros defendiendo nuestra inocencia y el otro culpándonos. Llega otro policía y nos dice que tenemos que pagar la multa por viajar sin billete. Le volvemos a decir, ya en un tono más fuerte que ellos fueron los que se negaron a cobrarnos. Al final llega el comisario y nos dice que paguemos la multa, nos negamos. Éste pierde las formas y nos empieza a gritar. Nos pide los pasaportes y nos espeta que nos van a detener y que vamos a ir a un tribunal. Para este momento, se han unido otras personas que nos "aconsejan" que paguemos. Nosotros contraatacamos amenazando con que vamos a llamar a la embajada española, que ellos se encargarán del tema, que ésta no es forma de tratar a un extranjero. Que en el mes y medio que llevamos en India, nunca nos habían tratado de una manera tan vejatoria, y que escribiríamos sobre este lamentable episodio. El comisario sigue gritando como un histérico y nos amenaza con que nos va a retener los pasaportes. Le digo que eso es ilegal y que esto es una extorsión en toda regla. Llegados a este punto llamo a la embajada y le cuento lo sucedido al funcionario que me atiende la llamada. Me pide que le pase al comisario. Nuestro movimiento le pilla por sorpresa y se amilana mientras habla con el "Señor Embajador". Vuelvo a coger el teléfono y se lo paso a Ersi para que siga hablando con el funcionario español. En esto, el comisario me llama y me dice que él nunca dijo que nos iba a retener los pasaportes, dándomelos en mano y diciéndome que él va a ser quien pague nuestros billetes de autobús, regalándome una sonrisa, la cual no devuelvo. Salimos de la comisaría sin pagar la multa, ni los dos billetes de autobús, después de 3 horas.
Buscamos una pensión y, ¿quién la regenta?, uno de los hombres que estaban en comisaría y que nos increpaba a pagar. Se interesa en conocer la resolución del percance, y al contarle, nos comenta que tuvimos suerte.
Al día siguiente, vamos a visitar el pueblo y aparece un autobús que para a nuestra altura. Se abre la puerta y aparece el chófer del día anterior, preguntándonos cómo había acabado el problema, le contamos y se le alegra la cara. También ocurre lo mismo con unos españoles que iban en el bus el día del suceso.
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