sábado, 24 de mayo de 2014

Tamil Nadu

A la mañana siguiente nos movemos a Kanyakumari, el punto continental, más austral de India, donde se encuentra el cabo Comorín, bañado por el mar de Laquedivas, formado por el encuentro entre el mar Arábigo, la bahía de Bengala y el océano Indico.
Aquí visitamos el Vivekananda Rock Memorial, en honor al Swami Vivekananda, monje hindú del siglo XIX, impulsor del Hinduismo en el mundo Occidental; y la imponente estatua de Thiruvallivar, de 41 m., en honor a este poeta y filósofo, ambos en dos islotes enfrente de la costa.
Kanyakumari, es un lugar sagrado para los hindúes y se nota en el ambiente. Una sensación de paz me inunda, me imagino que por ver a cientos de personas tranquilamente, mirando a la inmensa masa de agua, junto con los cánticos del templo de Baghavathi, mientras el Sol se va apagando tras el horizonte. Muchas familias, chicos de la escuela, vendedores, algún extranjero y sadhus, los ascetas hindúes, vestidos con sus túnicas de color anaranjado, se reúnen aquí, todos en calma y armonía.

Estatua de Thiruvalluvar
A la izqda., el Vivekananda Rock Memorial y a la dcha., la estatua de Thiruvalluvar
Cabo Comorín

Lunes 3 de marzo: llegamos ayer a la ciudad de Pondicherry, excolonia francesa en la costa suroeste de India. Visitamos el Ashram Sri Aurobindo, que lleva el nombre de este importante personaje de la India, que junto a su compañera espiritual Mirra Alfassa, más conocida como La Madre, idearon lo que es hoy en día Auroville. También entramos en el templo Manakula Vinayagar, el parque Bharathi, el paseo marítimo de la calle Goubert y el mercado dominical.
Nos hospedamos en Raj Lodge, pagando 300 rupias por una habitación doble con baño, no de lo más barato en India, precisamente. La sorpresa nos la llevamos por la noche, ya de madrugada, cuando al ir a dormir empiezan a aparecer de debajo del colchón decenas de chinches. Calculo que mataríamos unos 40 ó 50, pero como no cesaban de salir y el cansancio nos podía, dormimos literalmente invadidos por estos animales.
Monumento a Gandhi en el paseo marítimo

Abandonamos Pondicherry y llegamos a Thiruvannamalai, lugar de peregrinación, donde se encuentra el templo de Annamalaiyar y la montaña sagrada de Arunachala, a los pies de la cual se localiza el Ashram de Sri Ramana. Dicha montaña es un lugar que me gustó mucho, no sólo por las imponentes vistas, ya que desde lo alto se divisa la ciudad, con el templo Annamalaiyar sobresaliendo, sino también por la labor que se ha hecho para volver a conseguir un ecosistema que se había casi perdido. Se han llevado a cabo programas para replantar la flora que existía, pues esta se había visto mermada, debido a la tala indiscriminada, y como resultado, se ha recuperado el hábitat de mamíferos y aves.
Ciudad de Thiruvannamalai y el templo de Annamalaiyar
El Templo, de estilo Vijayanagara, y la montaña de Annamalai detrás

De Thiruvannamalai nos movemos sesenta kilómetros, a Vellore. 
La ciudad no ofrece mucho, turísticamente hablando, fuera de su Fuerte, donde se localiza un museo donde se cuenta la historia del primer motín, protagonizado por soldados indios contra el dominio inglés en el siglo XIX, lo que años después desembocaría en un movimiento nacionalista que acabaría consiguiendo la independencia y formación del estado Indio; el templo Jalakandeswara y poco más.
Pero lo que sí vale la pena es el templo dorado Sri Laxmi Narayani, en el barrio de Thirumalaikodi. Este complejo ha sido creado por el líder espiritual Sri Sakthi Narayani Amma, un hombre de treinta y ocho años, a quienes sus seguidores consideran un avatar de la diosa Narayani. Realmente el Templo es una maravilla, que pena que te obligan, y se aseguran a que no entres con cámara fotográfica o móvil a él, porque es digno de fotografiar. El recinto esta hecho en forma de estrella de seis puntas, y en el medio de esta, rodeado de un estanque en forma circular, se erige el Templo Dorado. Este está iluminado por lámparas de pedrería, que resaltan el oro del cual está cubierto el templo. En los pasillos que te conducen a él, no para de sonar el mantra, Om Namo Narayani, que me hacen entrar en un estado de sosiego, según camino por ellos.
A la salida, una de las discípulas de Sri Sakthi Amma, nos invita a ir al día siguiente a conocer al líder espiritual. Rechazamos la invitación porque tenemos nuestros billetes de autobús comprados para viajar al día siguiente a Chennai, aunque no puedo ocultar mi decepción, ya que me hubiera gustado hacerle algunas preguntas.

Fuerte de Vellore
Templo de Jalakandeswara

Lunes 17 de marzo: nos movemos a la capital de Tamil Nadu, Chennai, llamada, anteriormente, por los británicos Madrás. Allí nos espera Suresh, quien nos alojará por diez días en su casa. En Chennai aprovechamos para reponer fuerzas, compartir buenas cenas con Suresh, visitar la ciudad, sus templos y su playa, Marina beach, considerada la segunda más grande del mundo, con una longitud de trece km.
Un día nos vamos a Mahabalipuram, a unos sesenta km. de Chennai, lugar famoso por tener varios monumentos tallados en piedra de la dinastía Pallava, de los siglos VII y VIII d.c., considerados Patrimonio de la Humanidad.
Krishna's Butter Ball


Arjuna's Penance, tallado en granito con una longitud de 27 m.
La ciudad también es famosa, actualmente, por sus grandes escultores
Shore Temple


Debido a que nuestra visa de turista en India, es de seis meses, pero como máximo te permiten estar noventa días seguidos, tenemos que abandonar el país, para después volver a entrar de nuevo y completar los seis meses. Decidimos tomar un avión a Kathmandú, en Nepal, un país que figura entre mis destinos a recorrer.

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